De los traumas de la vida

Les quería contar que el programa de metocast de esta semana se canceló, ya que era sobre nuestras películas, y al hacer la edición, nos dimos cuenta de que habíamos contado el final de más de 10 películas de las que hablamos. Si queremos recomendarles películas, creo que no vale que estemos contando el final, así no tiene chiste.
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Comienzo con mi choro ahora si:

Mi vida a sido un trauma grande, como si fuera un gran tumor feo que late y habla que hasta pelos le salen y huele mal. Desde pequeña he tenido esa apariencia de niño somalí, una bolsa de huesos flaca con una cabezota gigante.

Mi madre ayudó a hacer que mi trauma aumentara, diciéndome que mi pelo era impeinable, mis pies descomunalmente grandes, que tenía unas trompas enormes que me delatan cada que me enojo por que se ponen rojas y para colmo que estaba extremadamente flaca. En realidad siempre he sido muy flaca, no hay por que negarlo, pero mis pies, no son grandes siquiera, de hecho son relativamente pequeños (6 1/2 gringoou) ; mi boca... bueno, ni como negarlo, pero repetirle eso a un niño durante años, creo que deja una huella importante. En esas épocas mi hermana le hacía segunda también, era como si escuchara a dos zarigueyas hablando mal de mi, cuchicheando además burlas hacia mi persona. Ahora mi hermana y yo nos llevamos muy bien, pero antes la odiaba por unirse a mi madre para hacerme sentir fea, rara y desdichada.

Mi hermana siempre ha tenido calificaciones buenísimas así que ni siquiera mis buenas calificaciones eran suficientes para llegarle a los talones, otro punto más a la lista de traumas por contar.

Fui creciendo y entré a la secundaria, donde nos obligaban a llevar faldas, me dí cuenta entonces de que mis piernas eran realmente flacas y que además, tenían una extraña apariencia apreciándose medio chuecas, y por más que le dije a mi madre, solo pronosticaba el que algún día engordaría y ese defecto desaparecería, que a ella le había pasado igual de chica y que no había mayor problema; que puedo decir, mi madre aún no tiene la razón, mis piernas siguen siendo flacas, feas y chuecas, causando risas de todo tipo, cabe mencionar algunas de las más notorias provenían de mis diferentes maestras de baile, que se burlaban de como se miraban mis rodillas al ritmo de la música, alguna llegó a carcajearse en frente de mi (maldita mil veces, groaarr).

Siempre tuve mucho cabello, al estilo de ricitos de oro, color café y sin ningún corte definitivo. A mi siempre me ha gustado así como es, pero a mi madre no, ni a los maestros de mi escuela, ni a mis tías ni familiares femeninas en general, que solían decir que mi madre era una floja por no peinarme y yo también. En la actualidad, mi hermana se apiadó de mi, me llevó a una estética e hizo que mi cabello tomara alguna forma no tan afro-style pero con el agua de ensenada, el estrés escolar y familiar además de la malísima alimentación hizo que me quedara con menos de la mitad de cabello que tenía, al parecer es la cantidad que cualquier persona normal tiene, así que no me quejo mucho.

Sigo sin peinarlo, es una tradición, pero se convirtió en un punto más para mi listado de traumas.

Pero a pesar de que en mi vida me hayan dicho una y mil veces, lo mal que se ve mi cabello, lo feo que me visto a veces, el poco cuidado que tengo con lo que como, que si no me corté las uñas, que si soy una miedosa y que si esto y el otro, me he dado cuenta que en el marcador en contra de la cantidad de n traumas yo voy ganando.

¿Por qué?

1. Pues por que igual el pelo se corta y se ve bien. Hay quien ni eso tiene bonito.
2. Mi pie siempre puede ser comparado con el de un hombre y verse pequeño.
3. Que no tengo por que comprar mi inteligencia con la de nadie, por que cada quien tiene habilidades diferentes (sonó taaaan teletón).
4. Espero que algún día la profecía de mi madre se cumpla.
5. Que mi mega trompa delatadora de enojos para algunos puede llegar a ser sexy (hay ajjaaaaá, bueno, yo y mis ilusiones).
6. Mi forma de vestir me gusta, es mi idea original, tal vez algún día eso me dé dinero.
7. Que como mucho, para ver si engordo, y que tal vez mis arterias nunca se taparán.
8. Y a lo mejor muchas cosas me dan miedo pero me han salvado de ser atropllada, tropezarme o cortarme, además de hacerme sentir la adrenalina al subirme a un avión, o cualquier cosa que signifique altura.

Y muchas otras cosas que me puse a escribir, nomás para subirme el ánimo por que resultó que reprobé el examen para el que estudié una semana entera, espero sacar 9 en el siguiente examen para poder pasar la materia. Eso me puso triste, pero ya me siento mejor con lo que escribí.

Y, ¿alguno de ustedes tiene algún trauma que quiera confesar?

PD: El chiste de los tomatitos lo contó Roberto en ese mismo post (te quiero, pero buuuuuu), solo que utilizando muffins, para el que quiera pasar a ver en que consistía el tan aclamado chistecito.
PD II: Que bonita soy! que bonita sooy! como me quiero! aaahh, ahhhh... sin mi me mueroo!
PD III: Cálmate Paco Stanley!