La maldición de Eva

Esta navidad apliqué una nueva filosofía. Regalos para mi, y para mis familiares el mejor regalo que les puedo dar es una sonrisa sincera por haber cooperado con el dinero para sus regalos y yo haberlos invertido en mi. Pero esta navidad, había algo que ni todo el dinero del mundo a mi alcance podía comprar, entonces hice mis cartas, una al niño Dios, otra a Don Santa Claus una a los reyes magos (para ir previendo), otra carta para la demanda a la fábrica de pastillas anticonceptivas y otras a las marcas condoneras más prestigiosas U_U (por si las moscas).

Cof cof... bueno bueno...

el caso es que en mi cartita pedía una sola cosita que el dinero no podía comprar, que rezaba más o menos así:

Papá diosito y todos tus compinches, yo se que digo que creo en algo más grande que todos nosotros, pero que no le tengo un nombre, no te enojes con eso, no es nada personal, estoy casi segura que concuerdas conmigo; sin desviarme del tema, por favor, mándame unas gotitas de lluvia roja, mándame la maldición de eva pues... no te hagas, la ruler! la regla, dile a Don Andrés que me de una visitada, desata las mareas rojas de mis entrañas...

con mucho cariño: Sin pecado concebido

Y ya, nada, no pasó nada, ni una luz milagrosa, ni un rayo sobre mi abdomen globoso de tanto retener líquidos. Y así, en mi casa hicieron la cena navideña, a mi me tocó preparar el puré de papas, y mi mamá hizo el pavo y acompañamientos de la comida y mi hermana hizo lasagna y postre de bombones. Cenamos cercanas las 12 de la noche y luego abrimos los regalos que había bajo el arbolito.

Nuestro espíritu navideño llegó a su punto máximo y fue entonces que mi hermana, mi prima y yo nos fuimos a hacerla de Angelitas navideñas y nos fuimos a repartir comida a los doctores amigos y familiares de la familia (que han de saber, son mucho).

Entonces, después de toda la odisea del viaje por los hospitalitos de mi rancho, regresamos a casa y yo llegué con una extraña urgencia por llegar al baño, bueno, en realidad no era extraña, tenía muchas ganas de hacer pipí (awwww, que lindo sonó). Y ya, tan solo tuve que mandar la carta a Don Santa, pues me respondió casi de inmediato.

Y ahora soy feliz, y me retuerzo de cólicos y lloro la desgracia de ser mujer en estas fechas del mes.

Que poco me duró el gusto.

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Y esta soy yo con mi plato lleno de postre, posando para la cámara.

PD: Mi cara de ratón vale mil!