Muerte

Como en mi libro favorito, en mi vida, nadie jamás se había muerto. Yo alguna vez pensé en la muerte, y que sería el que mis seres queridos no estuvieran, me daban ganitas de llorar y mejor pensaba en otra cosa. Pero en realidad, nunca experimenté la perdida de un ser querido.

Ahora, tiempo después, siendo una estudiante de medicina, veo muerte, y aún así parecía algo fuera de mi realidad, en mi mundo, la gente aún no se moría, no del todo, en mi vida no faltaba alguien, no faltaban imágenes ni recuerdos... los muertos del hospital, eran los muertos del hospital, aquellos a los que no conocía, aquellos que jamás platicaron conmigo de las cosas de la vida, que no bromearon conmigo, ni criaron a mis padres.

La gente muerta de mi familia, ya estaba muerta para cuando yo nací, así que no me faltaban, de ellos solo tenía la pregunta de que hubiera sido si existieran.

En mi libro favorito, la gente vivía en un pueblo tan joven que no había cementerio, y de repente la gente empezó a desaparecer, primero lento, imperceptible, y después no hubo más pueblo, tan solo les bastaron 100 años para perecer por completo.

Este año, una persona de mi familia murió, a pesar de que ya tenía tiempo enfermo, nunca lo vi venir, no lo planeé, nunca le deseé la muerte para que no sufriera y jamás pensé que su cuerpo ya no estaría.

Ayer que subí al camión vi a una persona muy parecida a mi familiar, yo estaba acompañada de alguien, unas lágrimas discretas salieron de mis ojos, mi acompañante no lo notó, y preferí no decir nada, para no mover los sentimientos.

Hoy, mientras llegaba al hospital, después de mi hora de comer, escuché una voz que decía mi nombre, de entre los enfermos sentados en el servicio de urgencias me hablaba la mejor amiga de mi mamá, tomaba un medicamento que no le dieron en tijuana, donde toma su quimioterapia.
Sentí como mi corazón se detenía por un momento, contuve la respiración y me dirigí a ella, con el mismo amor de siempre, con el amor que se le tiene a una tía que hace que el día de mi mamá sea feliz y lleno de recuerdos, llena de pláticas, sonrisas y café. Ella siempre ha sido positiva, a pesar de que su enfermedad no le da muchas esperanzas.

Siempre sonríe, y yo, la verdad que yo tengo mucho miedo, por ella, y por mi familiar muerto y por mí, por mi familia en general, por mis amigos, por la gente que quiero mucho y a la que quiero poquito, por la gente que conozco y desde ese momento, por aquella gente que no conozco.

...Me quedé con el corazón en la mano, con la sensación de que en mi pueblo joven, la gente se está muriendo.